2/8/12
Francis Ford Coppola / Nota publicada en Tiempo Argentino
Por el prof. Luis D'Elía. Presidente del partido MILES
A mediados del año 2004, mi querido amigo
Néstor Piccone iba caminando por la avenida Independencia de Mar del Plata. Lo
intercepta una persona y le dice: “Vos sos amigo de Luis D’Elía, ¿no?”.
Néstor contesta
afirmativamente y la persona de marras le dice: “Entregále esto (un anónimo),
es uno de los pocos tipos con pelotas que se va a animar a ir a fondo con el
tema” (esto lo digo con el ánimo de respetar el relato y no de hacerme
autobombo).
El anónimo decía
básicamente que en el año 1992 se había perdido una causa en el Juzgado Federal
1 de Mar del Plata, cuya carátula era “Samuel Dlin/s. denuncia”, con número
2860; y que ese extravío explicaba el meteórico ascenso del Dr. Julio Eduardo
Petiggiani: primero candidato a intendente de Mar del Plata, después ministro
de seguridad de la provincia, y finalmente ministro de la Corte Suprema de Justicia de la
provincia de Buenos Aires. El anónimo también decía que esa causa vinculaba a
Duhalde con el narcotráfico y que Petiggiani la había “utilizado” en beneficio
personal.
En ese entonces yo era diputado
de la provincia de Buenos Aires y tenía la ineludible obligación constitucional
de denunciar e investigar. Por eso, primero fui a Comodoro Py, respondiendo a
una citación del fiscal Paulo Starck (ex subsecretario de seguridad de Daniel
Scioli), quien, después de citarme, inesperadamente me deriva al Juzgado Federal
1 de San Isidro y pacta una entrevista con la fiscal Dra. Rita Molina (conocida
en la jerga judicial como “la manzanera” por sus vínculos con la familia
Duhalde).
Con el tiempo comprendí que
esta jugada fue una trampa urdida por el entonces Jefe de Gabinete de
Ministros, Dr. Alberto Fernández.
Rita Molina me recibió no sin
antes decirme que era un bocón que hablaba sin fundamentos. Le dije que de
ninguna manera, que me había llegado un anónimo vía una tercera persona y yo
tenía la obligación, como diputado, de denunciarlo. Me acompaña al Federal 1 de
San Isidro (Rita Molina), cuyo titular era por entonces, con carácter de
subrogante, el Dr. Juan Manuel Culotta, el que me toma la denuncia y me promete
comprometerse con el tema.
No obstante, yo tomo
contacto con el periodista de la revista Veintitrés, Carlos Liñán, quien me
acompaña a la ciudad de Mar del Plata a
llevar adelante algunas averiguaciones que él finalmente termina publicando
como nota de tapa de la revista. Primero tomamos contacto con quien era el juez
subrogante doce años después en el Federal 1 de Mar del Plata, el Dr. Rodolfo
Pradas. Él nos recibe amablemente y nos dice que trabaja en ese juzgado desde
que era meritorio, y que recuerda que efectivamente hubo una causa que generó
mucho revuelo en épocas de Petiggiani, pero que no recordaba exactamente lo que
había pasado. Nos pidió que le transmitiéramos al Dr. Culotta que él estaba
dispuesto a contestar por oficio y a colaborar plenamente con la investigación.
Pocos días después el juez Pradas nos sorprendió a todos cuando enviaba de Mar
del Plata a San Isidro un oficio que decía que efectivamente había no una, sino
dos causas extraviadas, que llevaban los números 2860 y 10313, y que
efectivamente caratulaban como “Samuel Dlin s/denuncia”. También nos mandó
copia del libro de movimientos del juzgado, donde efectivamente constaban estas
causas y, para profundizar la sorpresa, nos envió tres cassettes y copias con
las desgrabaciones realizadas por el equipo de peritos de la Prefectura Naval
Argentina, donde es nombrado Duhalde en reiteradas ocasiones y algunos de sus
amigos de entonces. Después supe, gracias al periodista Mauro Federico (Duro de
Domar- autor de “País narco”, Editorial Sudamericana), que esas escuchas
investigaban las llamadas telefónicas entre el bar Colombia de Mar del Plata y la Vicepresidencia de
la República ,
que por entonces ejercía el Dr. Eduardo Alberto Duhalde.
Durante un año y medio, el
Dr. Culotta con todos estos elementos se hallaba dispuesto a procesar al Dr.
Duhalde en momentos en que se designa titular de ese juzgado a la
Dra. Sandra Arroyo Salgado. Durante dos
años más la jueza se niega a sobreseer a Duhalde y convoca a declarar a
prominentes funcionarios judiciales como el Dr. Ferro, actual presidente de la Cámara Federal de Mar del
Plata, quien declara en línea con el anónimo, con el Dr. Pradas y nuestras
denuncias. Todo iba muy bien hasta que la
Dra. Sandra Arroyo Salgado pide licencia
(creo que por maternidad) y nombran como subrogante al Dr. Pássero, hijo del
Comisario General Jorge Luis Pássero –RE- (aquel que fuera jefe de la Federal de Menem-Duhalde),
quien absuelve entre gallos y medianoche en 20 días y sin fundamento ninguno a
Eduardo Duhalde con la connivencia de la fiscal Rita Molina (la manzanera), que
no apela el fallo y deja firme la sentencia absolutoria del hijo del comisario
de Menem-Duhalde.
Mauro Federico brillante
periodista argentino descubrió que Samuel Dlin por entonces era jefe de
seguridad del casino de Mar del Plata y que hoy se desempeña como jefe de
seguridad del casino de Paraná, provincia de Entre Ríos. La causa nunca fue
reconstruida, nunca fue denunciado su extravío y lo que es peor aún, el juez al
cual le desaparecen causas por narcotráfico hoy es ministro de la Corte de Justicia de la
provincia de Buenos Aires.
Samuel Dlin nunca fue
citado a declarar.
A partir de allí comienzan las
denuncias de Eduardo Duhalde hacia mi persona por calumnias e injurias, donde
soy absuelto en lo penal (me juzga la jueza del narcogate María Romilda Servini de Cubría, en un juicio escandaloso
donde soy condenado a pagarle 4 mil pesos a Duhalde (ja, ja) y absuelto
finalmente en la apelación a la
Cámara ); y soy condenado en lo civil, al quedar firme el
fallo de la Cámara
de Casación, a pagar 150 mil pesos (450 mil actualizados y con costas) al honesto ciudadano de la provincia de Buenos
Aires, Eduardo Alberto Duhalde.
Quieran
Dios y la historia (que en definitiva son la misma cosa) que en